Libro: Éramos liceanas en septiembre del 73

Próximo lanzamiento miércoles 28 de Diciembre de 2011 A las 19 hrs en el local de nuestro Liceo.

jueves, 4 de febrero de 2010

EL CIERRE DEL CICLO POLÍTICO EN CHILE: La Transición

Entrevista con Marcos Roitman Chile: “Se acabó la transición” Osvaldo León AMLATINA, 02/02/2010.- El próximo 11 de marzo, la presidenta Michelle Bachelet entregará el bastón de mando al multimillonario Sebastián Piñera. Más allá del protocolo, el acto marcará el cierre del > ciclo político de la transición liderada por la Concertación a lo largo > de diecinueve años. “Así acaba un período en el cual nadie se siente > defraudado”, sostiene Marcos Roitman, sociólogo chileno y actualmente > profesor de la Universidad Complutense de Madrid, en un análisis crítico > que desarrolló en diálogo con ALAI, cuyos términos presentamos a > continuación. > > - ¿Cuál es tu lectura del triunfo presidencial de Sebastián Piñera y las > implicaciones en la futura dinámica política chilena? > > En primer lugar, con el triunfo de Sebastián Piñera se cierra la > transición. Los acuerdos generados entre la derecha, las fuerzas > armadas y los miembros del comando por el No, emergente en 1988, > culminan con éxito. Así acaba un período en el cual nadie se siente > defraudado. Lo acontecido refuerza la constitución política instaurada > por el dictador y da alas a la derecha natural para no derogarla en sus > artículos más represivos. En segundo lugar, el discurso oficial es > triunfalista. Consiste en remarcar la excelencia de la democracia > chilena. Es parte del juego y de la tan manida alternancia. En tercer > lugar se da una explicación sobre falsos fundamentos. Se presenta a los > partidos de gobierno como la izquierda real derrotada por la derecha > natural. Pero se olvida que en los partidos de la Concertación viven > golpistas, exiliados y sujetos que colaboraron con el orden represivo de > la tiranía. La democracia cristiana, sin ir más lejos. Los hoy > perdedores han jugado un sucio papel, lavarles las manos a los > torturadores, dejar libre a los responsables políticos del golpe militar > y administrar el orden neoliberal. En esta lógica, no se puede hablar > de una derrota de la izquierda. Sus representantes éticos, políticos y > sociales fueron marginados conscientemente con el fin de evitar una > transición democrática. Me refiero a los movimientos populares, al > Partido Comunista, a los restos del MIR, la Izquierda Cristiana e > independientes, a los cuales hay que sumar los miles de desencantados > provenientes de la concertación en sus primeros años. Aquellos que > abandonaron la coalición de gobierno por falta de compromiso social y > económico con las clases trabajadoras, el pueblo mapuche y los sectores > mas desprotegidos afectados por las reformas neoliberales. > > En estos diecinueve años de gobierno, la deserción se fue generalizando > en la coalición de gobierno. Aunque algunos no lo hicieron precisamente > por la izquierda. El triunfo de Piñera supone la consolidación del > golpe militar bajo el paraguas de una constitución espuria y una fórmula > electoral poco transparente. Más de cuatro millones de chilenos no se > encuentran inscritos en los registros para votar. Y no olvidemos que > tanto el nuevo presidente como su hermano, José Piñera, Ministro de > Trabajo con Pinochet y Frei hijo, pertenecen a la generación de quienes > conspiraron para derrocar al gobierno del presidente Salvador Allende. > > Por otro lado, pienso que puede haber una recomposición política entre > los partidos de la izquierda real y aquella que se define como tal > inmersa en la Concertación. Sin embargo para que suceda debe haber una > ruptura interna. La democracia cristiana no tiene cabida en un proyecto > de estas dimensiones. Su espacio natural está cubierto por Renovación > Nacional en la derecha. Seguramente, este resultado es el fin de la > Concertación tal y como se la conoce. En esta dinámica, tras un mea > culpa es posible que el Partido Socialista también se fracture o tome > otro rumbo. Recordemos que el actual se refundó para gobernar y buscar > el contrapeso a la Democracia Cristiana. En él cohabitan sectores del > MAPU, Izquierda Cristiana, Movimiento de Izquierda Revolucionaria, > Partido Radical, Partido Comunista, independientes y algunos militantes > del Partido por la Democracia. Además, la candidatura de Enríquez > Ominami con el 20% de votos, abre la posibilidad a la emergencia de una > nueva fuerza política. Ello, claro está, si logra transformar los votos > en organización militante. Un partido cuyo programa sería reivindicar > aquello que la Concertación no hizo y que debería de haber hecho. Creo > que no tendría un largo recorrido, aunque a corto plazo una parte de la > juventud y sectores medios le darían su apoyo. > > Asimismo, la derecha tiene que deshacerse de su pasado pinochetista, > cuestión harto difícil sino imposible. Aún la memoria y la conciencia > histórica siguen pesando en la formación del imaginario social chileno. > Pero la democracia cristiana puede ayudar a deshacerse de tales > lastres. Si la derecha confió en la Concertación para administrar su > proyecto se debió en gran parte a la presencia de la democracia > cristiana. Tras las elecciones, la derecha pinochetista y no > pinochetista retoma el gobierno formal, pero no olvidemos que el poder > real nunca le fue esquilmado. > > - Se entiende que la mayoría de los cuatro millones que no participaron > en el proceso electoral es joven. ¿Se podría hablar de una fractura > generacional? > > Si bien es cierto que la candidatura de Marco Enríquez Ominami Gumucio > contaba con un apoyo más numeroso entre la población joven inscrita para > votar, no podemos señalar que ese voto fuera un voto de compromiso con > el candidato. Este no tenía un programa ni un proyecto alternativo de > sociedad. Distintos elementos pueden haber condicionado tal > aproximación. La propia juventud del candidato, la forma de hablar, ser > hijo de Miguel Enríquez, un histórico dirigente de la izquierda chilena > asesinado por la dictadura y porqué no decirlo sus películas y cortos > criticando la acción de los viejos dirigentes de la izquierda chilena. > Aunque esto último es mas bien secundario. Debemos además, ser > concientes del tipo de campaña propio del marketing político. Su imagen > era mucho más atractiva para los jóvenes que para una población cuya > edad superase los cincuenta años. Pero no podemos decir que fuese un > candidato antisistema. Su discurso está dentro del orden y como tal > participa de esta lógica. Puede expresar ese cabreo latente por la > política represiva contra el pueblo mapuche, los estudiantes > secundarios, la corrupción, el aumento de la desigualdad, la pobreza > extrema y la perdida de ideales. Sí su discurso fuese parte de un > proyecto alternativo, hubiese calado en aquellos sectores entre 18 y 30 > años, hijos de la concertación que no se inscriben para votar y que > forman una no despreciable cifra de mas de un millón y medio de personas. > > De modo que no veo una fractura generacional. Pero sí un desgaste en la > forma de hacer política, en el sistema electoral y sobre todo en un > proceso de despolitización. Proceso iniciado en los años siguientes a > la dictadura y continuado y profundizado por los partidos de la > Concertación. Tampoco creo que Marco Enríquez Ominami Gumucio, tenga un > proyecto socialdemócrata enquistado en un capitalismo keynesiano de > pleno empleo y distribución de la renta. Seguramente su máxima > aspiración, que no es poca cosa en el Chile actual, sería tal vez poner > fin a la impunidad y cuestionar la ley de amnistía. Aunque no metería > mano a la falta de libertad de prensa, el reconocimiento de los derechos > de los pueblos originarios, el control sobre las aguas, hoy en manos de > las transnacionales y los megaproyectos para la construcción de > represas, autopistas, etc. En fin, no creo que ese 20% que votó por él > en la primera vuelta, lo hiciera convencido de un proyecto alternativo, > fue más bien un voto de castigo a Frei. Por ello la democratización del > país deberá esperar al menos un lustro. > > - Cuando hablas de despolitización, ¿cuál es el sentido y alcance de > este fenómeno? > > Hablo de la pérdida de la ciudadanía plena y la centralidad de la > política a la hora de tomar las decisiones. La sustitución de la > res-publica por el mercado, un espacio competitivo, altamente > monopolizado, excluyente y sin posibilidad de crear ciudadanía, auspicia > la guerra de todos contra todos. El mercado crea consumidores, la > política ciudadanos con derechos y obligaciones en el proceso de toma de > decisiones. En Chile se destruyó esa ciudadanía. Eso fue lo mas > revolucionario del golpe militar. En su lugar emergió, aquello que > Aristóteles denominó con justa razón, el idiota social. Una persona que > renuncia a su participación en la esfera pública en aras de un > individualismo extremo. Sálvese quien pueda pero yo el primero. > Podríamos decir que la política pierde los valores éticos y las virtudes > democráticas del ejercicio del poder. En su lugar emerge la política > como gestión del Estado. Así, las decisiones se pactan fuera del > parlamento. El voto se hace obligatorio en las bancadas. La conciencia > se aparca con tal de no caerse de las listas de candidatos. La política > se convierte en profesión, en peor sentido weberiano. Son funcionarios, > empleados de la razón de estado. Burócratas bien disciplinados. Los > acuerdos se alcanzan a espaldas de los propios diputados. No hay > transparencia ni horizontalidad. En términos actuales, ni > empoderamiento ni transversalidad. Aunque para contestar a la segunda > parte de la pregunta, este fenómeno se puede generalizar en la mayoría > de los países latinoamericanos y del mundo occidental en el cual se > pusieron en práctica las políticas neoliberales. Las reformas del > Estado, con sus procesos de desregulación, privatización, > descentralización y cambio en la gestión pública tenían dicho fin. Se > trataba de cambiar las relaciones entre la economía y el sujeto social. > La primera se transformó en una teología fundante del orden social y el > ciudadano se difuminó hasta su desaparición política. En contrapartida > tenemos un sistema donde el social-conformismo emerge para facilitar el > ejercicio de un poder totalitario, en el cual se renuncia a la > conciencia y la voluntad en pro de una sumisión que garantice el éxito > individual. Chile fue el primer laboratorio y desde luego no podemos > decir que haya fracasado el experimento. > > La entrega del poder formal por parte de los militares y el triunfo de > la Concertación fueron la prueba de fuego de este proyecto. La > Concertación administró el proyecto, y llevó a cabo las últimas reformas > que Pinochet no había realizado. Por eso digo, volviendo a la primera > respuesta, que se acabó la transición. El reproche al modelo impuesto > por Pinochet y la derecha tenia su razón en haber tenido su origen en un > golpe de estado. El regreso de las fuerzas armadas a sus cuarteles abría > una interrogante: ¿es posible administrar el proyecto por quienes fueron > sus detractores? Bien, la Concertación demostró su maleabilidad y su > falta de ética. No tuvo problemas en administrarlo. Sólo tuvo que > desprenderse de los valores democráticos que habían sido su bandera de > lucha durante la dictadura. Y debo decir que no tuvieron empacho en > hacerlo. > > Ver texto completo en: http://alainet.org/active/35932 !