Libro: Éramos liceanas en septiembre del 73

Próximo lanzamiento miércoles 28 de Diciembre de 2011 A las 19 hrs en el local de nuestro Liceo.

jueves, 16 de octubre de 2008

OPINIÓN. Por Jorge Gómez Barata

Barack Obama: Una oportunidad para America OCTUBRE 10 DE 2008... X Jorge Gómez Barata Al elegir a Barack Obama, Estados Unidos no hará una concesión a los negros sino que se hará un favor, realizarán una operación de lavado de imagen y probablemente levanten un paradigma. Muchos se preguntarán si un hombre color y de apellido Gandhi puede ser premier de Inglaterra y el hijo de un argelino oscuro, presidente de Francia. Luchar contra el racismo implica determinación y acciones positivas. Un amigo me contó que recién triunfante la Revolución Cubana, invitado por Fidel Castro, Joe Louis, el campeón mundial de boxeo, estuvo en La Habana y entre otras cosas quiso jugar golf. Al realizar la gestión pertinente en la instalación deportiva, mi amigo recibió una respuesta tajante: “En este club ─ dijo el dueño ─, los negros entran a servir, a podar el césped y a limpiar, no a jugar”. Enterado del caso, el entonces director del Instituto de Turismo, emitió una resolución nacionalizando el lugar y el negro norteamericano entró por la misma puerta por donde salió el blanco racista y arrogante, probablemente ignorante de que la admiración por el “Bombardero” estaba ligada no sólo a sus habilidades como atleta, sino a su entereza como representante del pueblo norteamericano. En 1936, cuando ya Hitler se había apoderado del poder y el fascismo avanzaba hacía la guerra, en una noche infausta, Joe Louis fue noqueado por el alemán Max Schmeling, hecho que sirvió para que la maquinaria propagandística nazi presentara el combate como muestra, no sólo de la superioridad racial alemana, sino como símbolo de la decadencia de América. Los negros y todos los norteamericanos se sintieron lastimados. Joe Louis no se dejó impresionar; fue por la revancha y en 1938, en el Madison Square Garden, ante 70 mil aficionados, incluidos algunos jerarcas y simpatizantes nazis que cargaron desde Berlín con champaña de las mejores marcas con el rostro de Hitler en las etiquetas y alquilaron los más exclusivos salones de Nueva York para disfrutar el triunfo de la raza aria, se quedaron con las ganas. La pelea, pactada a 15 asaltos, concluyó en el primero. En dos minutos Joe Louis le propinó a Schmeling un fulminante knock-out. Los norteamericanos celebraron la victoria. Hitler fue implacable; Schmeling que no era nazi ni racista, al comenzar la guerra fue reclutado y enviado al frente. Barack Obama no es un pionero ni un luchador por los derechos de los negros, sino un integrante de la élite norteamericana de otro color, aunque usufructuario del intenso bregar de los combatientes por los derechos civiles, negros y blancos, que durante cuatro siglos batallaron contra la esclavitud, la segregación y la discriminación racial. No existe hoy el dramatismo de la Guerra de Secesión y del asesinato de Abrahan Lincoln, no se requiere la fuerza de voluntad de los aviadores de Tuskegge, pilotos negros que durante la II Guerra Mundial combatieron en unidades segregadas a los que inicialmente sólo se les permitía atacar objetivos en tierra para no derribar a pilotos que, aunque nazis eran blancos. Ahora no hay que evidenciar el carácter de Rosa Parks, la costurera negra que en 1955, en un ómnibus, se negó a ceder su asiento a un hombre blanco que se lo exigió, ni hay nada parecido al apostolado de Martin Luther King que pagó con su vida por tener un sueño, ni se necesita la determinación de Kennedy que en 1962 envió tropas a Mississippi para permitir al joven negro James Meredith ingresar a la universidad. Con Barack Obama está a punto de cambiar una historia de discriminación que dura ya medio milenio y lavar la imagen de su país. Al entrar a la Casa Blanca por la puerta principal, convertir a Michelle en la primera muchacha negra que no es allí sirvienta y a sus niñas en las únicas damitas de color protegidas por el Servicio Secreto, Estados Unidos adquirirá méritos en lugar de sufrir vergüenza. No se trata ahora de la lucha de una minoría por reivindicaciones, sino de una oportunidad para que la Nación, por intermedio de sus ciudadanos, en democracia y con su voto, avance decisivamente para pasar la oprobiosa página de la discriminación racial. Marcos Jesús Concepción Albala Presidente de Argos Is-Internacional MIEMBRO DE LA 'CAMACOL' Y DE LA 'FELAP' argosiswebmaster@yahoo.com http://espanol.groups.yahoo.com/group/ArgosIs-Internacional http://espanol.groups.yahoo.com/group/ArgosIs-Contrainformacion http://espanol.groups.yahoo.com/group/ArgosIs-MaterialesdeEstudio